apoltrónate

éste es un blog de buena fe: no busco ningún fin trascendental, sino algo privado y familiar. tampoco me propongo prestar ningún servicio ni trabajo para mi gloria: mis fuerzas no realizarían tal deseo. lo dedico a mi gente (en la sangre y en el afecto) para que pueda encontrar aquí rasgos de mi condición y humor. quiero mostrarme en mi manera de ser, porque soy yo mismo a quien pinto. mis defectos, mis imperfecciones y mi manera de ser se reflejarán aquí de la cabeza a los pies, del cerebro al corazón. si resultara válido, me habría pintado de cuerpo entero y completamente desnudo, pero para eso hay otros lugares. sépase que soy el contenido de mi blog, sin que esto sea válida razón para que emplees tu vagar en un asunto tan frívolo y tan baladí.

lunes, 27 de mayo de 2013

historias tontas xiv

Luego, ya no del silencio, sino de una abierta negativa al diálogo, provenientes de la otra parte, se quedó pensando, mientras por la ventana miraba la lluviosa tarde… y el sereno palpitar que surgía de la alcoba más preciada de su pecho, le hizo recordar que hacía mucho tiempo que no pasaba por ahí. “¿Para qué --pensó en algún momento--,  si mi huésped está allí todos los días?” Tomó la llave, abrió la puerta y no pudo evitar fruncir el ceño ante el rechinido de las bisagras…
Tampoco pudo evitar abrir la boca, al ver que todo estaba tal cual lo había dejado, cuando abrió la puerta, el día de la hospitalidad primera… “Casi igual”, habría que precisar, según pensó, porque todo estaba cubierto por una gruesa capa de olvido y tedio… todo: una rosa sin oler (y posiblemente sin  haber sido vista), besos sin labios receptores, caricias que, casi agónicas, aleteaban en busca de un cuerpo en qué posarse, asombros sin haber sido probados, cientos de “te amo” sin abrir, dulces esperanzas en forma de suspiros… “Pero… ¿dónde estuve todo este tiempo?”, preguntó con un recién nacido asombro.
Miró todo eso como por vez primera, y tras reconocerlo tan suyo como involuntariamente abandonado, suspiró tan, pero tan profundamente, que el polvo quedó como un recuerdo más, y como por arte de magia se corrieron las cortinas, se abrieron las ventanas y un rayo de luz despertó a la rosa, que suspiró sonriente…

“¿Puedo pasar?”, preguntó una voz tan nueva, como desconocida e inesperada.

Gracias a Vannia y a A1 por sus comentarios.

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