Pues… tenemos ya los 22 años de la muerte de Elena Garro. Roma no se hizo en un día y si hace tiempo no era nada sencillo acceder a su obra, desde el centenario de su natalicio, esta dificultad se ha ido allanando, con la publicación de los Cuentos completos (Alfaguara), el Teatro completo (FCE) y las Novelas escogidas (FCE). El año pasado se reeditó Los recuerdos del porvenir (Alfaguara), Reencuentro de personajes (Debolsillo) y Memorias de España 1937 (Paralelo 21). Con lo anterior, se puede decir que nunca antes como ahora, la obra casi completa de Elena Garro había estado más disponible al público lector.
Si bien lo
anterior pudiera significar mucho, y de hecho, así lo es, sigue pesando la vida
de Elena Garro sobre su obra y más que la vida, los recuerdos, las anécdotas y
las ficciones que han echado andar desde hace bastante tiempo sus supuestas, apasionadas
e imaginativas lectoras, así como sus detractores, al punto que la persona
Elena Garro oscila entre ser una gorgona de lo peor ante quien la misma Medusa
se quedaría pasmada, o bien, una mujer de una pasividad extrema, ante quien las
protagonistas de telenovelas mexicanas le dirían: “Elena, por favor, no seas
tan pendeja, tan dejada”. Prácticamente no hay conferencia, entrevista, estudio
y similares donde no se recurra a cualquiera de los dos extremos de la supuesta
biografía de esta escritora.
Pero nada
de lo anterior es necesario para acercarse a la obra de Elena Garro. Nada…
Cuando se
llega a hablar (sic) de la obra de Elena Garro, inevitablemente se llega al
lugar común de “precursora del realismo mágico”, “la Rulfo femenina”, “la
defensora de los derechos indígenas y campesinos”, “la pobre escritora
ninguneada por el maldito sistema y por el falocentrismo imperantes”, “la
feminista involuntaria”, “una carrera literaria destruida por el maldito ogro
de su ex marido”, o bien, citas sacadas de contexto como aquello de que quería
ser bailarina o general antes que escritora, o aquella otra declaración donde,
irónicamente, Elena Garro afirma que toda su obra va en contra de Octavio Paz.
Todo esto, muestra de una ignorancia supina y de un analfabetismo funcional.
Hace tiempo,
en un taller de dirección de actores, impartido por Ofelia Medina, propuse
trabajar un fragmento de “Andarse por las ramas” (la primera de las obras de
teatro de Elena Garro en ser representada). Las indicaciones de Ofelia Medina
ante el ejercicio y quienes intervenimos en él concluyeron con: “Hay que leer
con mucho cuidado las obras de Elena Garro, porque la señora es una cabrona”,
dando a entender que, en efecto, hay que leerla entre líneas y con mucho cuidado
porque, hay que decirlo así: la obra de Elena Garro no es nada simple, nada
fácil, nada superficial, nada convencional ni de lugares comunes, lo que ya de
por sí le da un lugar aparte en la historia de las letras mexicanas (y esto,
sólo para empezar).
Desde que
comencé a presentar públicamente mis observaciones con respecto a los infortunios
editoriales de la obra de Elena Garro (algo que, eventualmente me permitió
editar el Teatro completo y Los recuerdos del porvenir*), marqué tres puntos
para mí fundamentales: 1) por favor, por el amor de Dios y por la propia obra
de Elena Garro: vamos a comenzar por leerla, pero por leerla en serio, con
mucho cuidado, con detenimiento y ciñéndonos a la obra en sí. 2) Académicas,
académicos (sic) que leen con más pasión que entendimiento la obra de Garro…
también, por favor, dejen de proyectarse en sus sesudos e hiperbólicos análisis
y comentarios. Flaco favor se le hace así a la obra de esta escritora… 3)
Dejemos en paz a Octavio Paz… y a esto agregaría algo más: 4) Lector, lectora
interesados en la obra de Elena Garro: ignoren y eviten cualquier comentario “crítico”
con respecto a la vida o la obra de Elena Garro. ¿Por qué? Porque la mayoría de
ellos, además de ser tendenciosos, oscilan entre las dos posturas que expongo
en el segundo párrafo de este desahogo. Y no sólo eso, sino que, venir a ver,
son muy poco rigurosos y esa falta de rigor e investigación son suplidos con
una imaginación tan desbocada que las y los supuestas/os comentaristas… no
citan bien ni siquiera los títulos de las obras que pretenden estudiar…
En todo
caso, y si la curiosidad apremia, se puede leer algunos trabajos con los que,
si bien no estaría del todo de acuerdo (sobre todo en algunas observaciones o
conclusiones, pero son puntos de vista y hay que verlos como tales) son
resultado de las propias palabras de Elena Garro, o bien, de trabajos de
investigación tan serios y tan escasos que son apenas el comienzo de una
lectura seria, ordenada y rigurosa de la obra de Elena Garro. En el primer
punto, destacaría: 1) el apartado “Elena Garro”, incluido en Protagonistas de
la literatura mexicana, de Emmanuel Carballo, 2) la Correspondencia con Gabriela
Mora (1974-1980), 3) Yo, Elena Garro (recopilación de entrevistas con la
autora, por parte de Carlos Landeros) y 4) la película-documental-entrevista La
cuarta casa, de José Cordero (disponible en Youtube), por citar sólo algunos de los que me acuerdo. En
el segundo rubro, 1) Andamos huyendo, Elena, de Liliana Pedroza, y 2) “Elena
Garro, el arte de la escritura”, de Lucía Melgar, que aparece como introducción
al tomo I de las Obras completas de Elena Garro que publicó el FCE en tres
volúmenes. Listo.
Y, en
serio, aprovechemos que las obras casi completas de Elena Garro están más
disponibles que nunca y leámoslas…
*No he estado de acuerdo con la decisión de la Editorial de resaltar la participación de escritoras "que ni habían leído la obra de Elena Garro, pero que quedaron maravilladas con ella" y no el trabajo de edición que se hizo, pero... donde manda editorial no gobierna editorcillo...
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