apoltrónate

éste es un blog de buena fe: no busco ningún fin trascendental, sino algo privado y familiar. tampoco me propongo prestar ningún servicio ni trabajo para mi gloria: mis fuerzas no realizarían tal deseo. lo dedico a mi gente (en la sangre y en el afecto) para que pueda encontrar aquí rasgos de mi condición y humor. quiero mostrarme en mi manera de ser, porque soy yo mismo a quien pinto. mis defectos, mis imperfecciones y mi manera de ser se reflejarán aquí de la cabeza a los pies, del cerebro al corazón. si resultara válido, me habría pintado de cuerpo entero y completamente desnudo, pero para eso hay otros lugares. sépase que soy el contenido de mi blog, sin que esto sea válida razón para que emplees tu vagar en un asunto tan frívolo y tan baladí.

martes, 6 de agosto de 2013

(¿) historia tonta (? 16)

El sol que bosteza esta mañana de Jueves Santo invita a seguir en cama. Entre estas cuatro paredes azul cielo con blanco, tú y yo nos miramos, sonreímos y jugamos a encontrar figuras en un techo donde el azul se pierde entre el blanco y el blanco da lugar a un tono azul sueño, azul pereza.
Me encanta que mi brazo sea la almohada donde tu cabeza reposa, y me encanta más que tu brazo sea la almohada donde mi cabeza reposa. Te miro y me miras: nos miramos. Sonreímos y, hay qué ver, al mismo tiempo suspiramos… venir a ver…
Afuera, en el jardín, el sol le susurra algo al césped, que suspira en un tardío relente: luz viva en movimiento. “¿Y si bebemos el café allá afuera?”, pregunta una voz que puede ser tuya o mía… que puede ser tuya y mía. Tanto contento, tanta felicidad, nos pueden hacer caer en lugares comunes de la exhaltación y la alegría… que no nos pase, que no nos pase…
En el jardín, el insistente relente consigue que el paisaje simule sueños vagos o que todo exhale una ligera sensación de irrealidad… y nos reímos como loquitos mientras jugamos a no mirarnos. Jugamos a que los labios son aves que van volando y juegan a que se encuentran y juegan a no encontrarse. Nuestras miradas se juntan y terminamos en el césped, jugando como cachorros.
“En tu mirada me veo” y son tus dedos, tus manos y tus brazos quienes me indican que soy yo, que estoy aquí y contigo. Que vivo y respiro. Con nuestras manos tomamos nuestras cabezas y en nuestras miradas, los dos nos deseamos más allá de los cuerpos, más allá de este tiempo… nos respiramos.
Entran por tu nariz el verde del césped, el amarillo del sol, el azul del cielo y el blanco de las nubes que son formas y figuras… Me das a respirar ese momento y te lo devuelvo, envuelto en suaves pensamientos que alguna vez nos harán recordar cómo nos respirábamos.