Pues nada,
que se llegó la temporada del Femme Festival y con él, la oportunidad de ver,
por fin, por fin Rencor tatuado, una
película escrita por Malú Huacuja del Toro y dirigida por Julián Hernández.
Cuando escuché de ella por primera vez, me quedé pensando que, ahora sí, se
juntó el hambre con las ganas de comer: leo con frecuencia, en público y en
privado, la obra literaria de Malú y aunque soy de poco cine, mi amigo César,
que es uno de mis gurús cinematográficos, me había hablado bien del cine de
Julián, por lo que tenía curiosidad de ver el resultado de la combinación de
estos dos talentos, así que fui a ver Rencor
tatuado, no una, sino dos veces… faltaba más.
No voy a
hablar de la primera vez que vi la película, porque no hay mucho que contar de
ahí, salvo que me pareció algo bastante bien lograda y de lo que espero poder
escribir tan pronto como pueda y como el ocasional espectador cinematográfico
que soy… Aunque hacía poco tiempo que, luego de mucho tiempo, había tenido una
sesión de Skype con Malú, ella se guardó muy bien de comentarme que, luego de 9
años de no venir a la Ciudad de México (su última visita había sido,
justamente, para entregar el guion de Rencor
tatuado), vendría a algunas de las exhibiciones de la película, específicamente
a la del martes y a la del jueves, que era cuando se cerraba el Femme Festival.
Problemas dentales (ya resueltos) me impidieron que fuera a la exhibición del
martes, por lo que el jueves TENÍA QUE IR, para saludar a una de mis escritoras
favoritas (sí, porque aunque luego hablo sólo o mucho de Elena Garro, mis
mujeres escritoras forman una constelación de la que espero ir hablando poco a
poco).
Entonces,
ahí voy nuevamente a la Diana Cazadora, para ver la película y platicar un rato
con Malú, quien ya había prometido que al terminar la película, invitaba a
quien quisiera ir A UNA ORGÍA. Llegué un poco temprano a la sala, con lo que me
dio tiempo de ir a comprar una baguette de algo y acompañarla con papas y
refresco. Me fui a mi lugar y vi que la sala empezó a llenarse poco a poco…
pero no llegaba Malú… quien poco antes había twiteado que estaba en la UNAM en
una entrevista, por lo que predije que llegaría a media película… o al final.
Apagaron las luces y empezó Rencor
tatuado…
Insisto: qué
talla escénica la de Diana Lein, quien encarna, así: encarna a Aída Cisneros, La Vengadora, un personaje que, desde mi
perspectiva, todavía tiene mucho que dar y es que Rencor tatuado es una película muy balanceada, muy bien lograda,
donde cada actriz, cada actor, están donde les corresponde estar. Incluso, la
fugaz aparición del perrito Rigoletto estuvo totalmente justificada… Pero de
esto escribiré pronto (espero). Volví a reír con algunas de las frases,
particularmente con “¡Pinche vieja!” (que en el contexto de la película hace
soltar la carcajada), aunque la que se llevó la noche, como tuvimos oportunidad
de corroborar horas después, fue lo que dice Aída Cisneros cuando ve por
primera vez a Vicente Colmenares: “Tiene
cara de periodista muerto de hambre”… porque horas más tarde, Malú, Carmen,
Isabel y yo, coincidimos y nos reímos hasta el cansancio.
Bueno,
acabó la película, con un final distinto a lo que habitualmente nos presentan
los textos de Malú o las películas de Julián y empezaron a encender las luces,
lentamente, como sucede en el cine… y en el teatro… y volteo a la izquierda y
veo que, de pie, recargadas en la pared, Malú y Diana Lein están platicando… y
eso fue el principio, porque poco a poco empezó a pasar al frente del escenario
buena parte del equipo de trabajo (frente y detrás de cámaras) de Rencor tatuado. Qué emoción ver a este
grupo de personas. Luego vino la ronda de preguntas por parte del público… o
eso se esperaba, porque como que el público se cohibió, hasta que una enigmática
mujer que estaba sentada casi detrás de mí, empezó no tanto a preguntar, sino a
hacer algunas observaciones muy precisas, de gente que sabe del trabajo en el
escenario y desde el teclado… y poco a poco empezó a preguntar y a animar al
público. No faltó quien dijera que observaba similitudes entre Rencor tatuado y La chica del dragón tatuado, algo que no sé… aunque más tarde le
dije a Malú que la pareja Aída-Vicente me recordaba, y mucho, a Fabiola y a
Alonso, los protagonistas de Crimen sin
faltas de ortografía (la primera novela de Malú y con la que le ganaría en
un concurso a Paco Ignacio Taibo II… con lo que se ganaría automáticamente su
enemistad… qué dolor, qué dolor, qué pena)… pero cada quien ve las cosas como
sabe y como puede.
Total, que
si el público primero no quería hablar, al rato el lío fue para que dejaran de
preguntar… Un poco más tarde, Malú me comentó, apenada, que habían sido muchas
preguntas para ella y que casi no había habido preguntas para los demás. Le
dije que eso es muestra de que tiene su público lector en México y que no todos
tienen oportunidad de conversar con ella TAN seguido. Diana Lein dijo algo muy,
muy importante: “cuando un personaje está bien escrito y dirigido, todo es en
realidad muy sencillo” y sencillez, además del gran dominio escénico que tiene
Diana, es lo que la caracterizan… Ya casi se había acabado el tiempo para
preguntas, cuando alguien levantó la mano, con lo que la moderadora puso cara
de “Ay, uno más”. Nada, que era Fernando Valdés, el editor de prácticamente
toda la vida y toda la obra de Malú Huacuja del Toro y hacia quien luego tengo
una sensación ambivalente, pero el jueves se sacó la espina: anunció que
llevaba una maleta (literal) con libros de Malú para repartir entre el público
asistente…
Terminando
las preguntas, inició la sesión de selfies, de saludos, de pláticas, de
presentaciones… y de recordatorios. Obvio, quería acercarme a donde estaba Malú,
pero todo estaba muy lleno de gente, abrazando a Malú, a Diana, a Julián, a
Roberto Fiesco, a César Romero Medrano… entonces, vi por ahí, en la penumbra, a
Carmen García Bermejo, una de las mejores periodistas culturales de México y a
quien conocí en Guadalajara, cuando vino Malú a presentar El suicidio y otros cuentos. Carmen ya no me recordaba, pero me
acerqué a saludarla, para agradecerle, en persona, que haya luchado lo que
luchó para que se publicara en La digna
metáfora un artículo que escribí acerca de tres de mis novelas favoritas de
Malú: Crimen sin faltas de ortografía,
Un Dios para Cordelia y Crueldad en subasta. Ya con esa
presentación, nos pusimos a platicar, en lo que se desahogaba un poco el
escenario.
En una de
ésas, volteo y veo que Diana Lein está libre y me acerco a saludarla. Qué
emoción. Me recordó por lo que le escribí en Twitter y platicamos un poco. Yo
encantado con su actuación, con su presencia escénica, con su belleza. Espero
volver a platicar con ella. Le dije que a partir de Rencor tatuado, había ganado no un fan, sino un observador de su
trabajo y en eso ando. Pero seguía sin poder llegar a donde estaba Malú,
asediada por su público. Me hubiera gustado platicar con y felicitar a César
Romero Medrano, cuya Marta Milagro es un personaje de antología, al nivel de Agrado
(Todo sobre mi madre) y de la Manola
(El lugar sin límites), pero se fue
rápido…
Por fin,
Malú quedó momentáneamente libre y me paré a un metro de distancia de ella y le
dije: “Hola”. “¡Maestro!”, gritó ella y “¡Malú!”, le contesté y así estuvimos
como tres veces, hasta que pudimos abrazarnos sin decir nada y dejando correr
las lágrimas que inauguran nuestros encuentros (en Guadalajara, recuerdo, luego
de presentarnos y abrazarnos, nos pusimos a llorar de alegría). Por educación y
modestia no escribo lo que Malú les dijo de mí a las personas a nuestro
alrededor pero… desde aquí le doy las gracias, sobre todo por compartirnos lo que
escribe. Le entregué, por fin, un trabajo del que mucho le había hablado y del
que tenía ganas que Malú tuviera un ejemplar: el Teatro completo, de Elena Garro, que Malú recibió emocionada,
porque ella y el gato Thomcito (que fue mi acompañante durante ese proyecto)
son quienes mejor saben todo lo que ese trabajo significó… Sin embargo, el show
debía continuar y ya estaba la formación de personas con libros de Malú para
que se los autografiara. Luego de tres autógrafos, le dije a Malú que se fuera
a sentar, porque la fila era enorme. Me quedé con su bolsa y con su ramito de
gardenias y mientras ella firmaba, Carmen y yo platicábamos de la película.
Luego de
que ya casi se había ido todo el público, Isabel Benet, que fue quien alborotó
la gallera con las preguntas que hizo, empezó a entrevistar, así de la nada, a
Malú, grabándola con su celular y tomando fotos. Malú seguía insistiendo con
que no se fuera nadie, que estaba por venir la orgía… y Carmen y yo botados de la
risa, porque vimos que había gente que sí se lo estaba creyendo, por las
miradas de estupor que luego lanzaban… Pero lo de la orgía no fue cierto… en
realidad, nos fuimos a comer tacos, donde ya nos esperaba Fernando Valdés, con
quien estuve platicando un poco acerca de sus proyectos editoriales. Al final
llegamos Malú, Carmen, Isabel, Roberto, Julián, otro de los actores de la
película, Victoria White (quien se fue pronto) y Divinidad Martínez, alias
Itatí Cantoral… pero, no, lo de Itatí sólo pasó en mi imaginación… qué
personaje el que desarrolla…
Pero me doy
cuenta que esto ya se alargó mucho, mucho, aunque sin llegar a las 2:30 horas
que dura Rencor tatuado. Me
comprometo a contar lo que pasó en la cena y después de ella en una segunda
entrega…