apoltrónate

éste es un blog de buena fe: no busco ningún fin trascendental, sino algo privado y familiar. tampoco me propongo prestar ningún servicio ni trabajo para mi gloria: mis fuerzas no realizarían tal deseo. lo dedico a mi gente (en la sangre y en el afecto) para que pueda encontrar aquí rasgos de mi condición y humor. quiero mostrarme en mi manera de ser, porque soy yo mismo a quien pinto. mis defectos, mis imperfecciones y mi manera de ser se reflejarán aquí de la cabeza a los pies, del cerebro al corazón. si resultara válido, me habría pintado de cuerpo entero y completamente desnudo, pero para eso hay otros lugares. sépase que soy el contenido de mi blog, sin que esto sea válida razón para que emplees tu vagar en un asunto tan frívolo y tan baladí.

martes, 25 de abril de 2017

La presentación del Teatro completo, de Elena Garro, en la FIL Guadalajara 2016

A finales del año pasado, como algunos de ustedes saben, presentamos el Teatro completo de Elena Garro. Lo que sigue es la crónica de mi asistencia a la FIL de Guadalajara, para hacer dicha presentación…

Bueno, pues… por angas o mangas, no puedo ponerme a escribir lo de la crónica de la FIL 2016… y no es por falta de ganas, sino por falta de tiempo. Ahora es cuando me gustaría una semana de 8 días o un día de 30 horas, porque no alcanza el tiempo para casi nada… menos para escribir.
Total, que la semana de la visita a la FIL comenzó con un detallito medio incómodo y del que no voy a hablar sino en mis memorias, cuando sea que me ponga a escribirlas, pero molesto y todo, ha sido motivo de risas, carcajadas y bromas.

Día 1 (30 de noviembre de 2016)

En fin, de pronto, ya era miércoles y tenía que tomar mi vuelo temprano, pero… ya se sabe lo que pasa con los vuelos en la Ciudad de México: por lo que sea, pero salen retrasados… y éste no fue la excepción. No me apuré, porque lo de la mesa homenaje para Elena Garro era a las ocho de la noche y ya tenía mi texto listo desde hacía días, así que no había de qué apurarse, al menos de eso… El apuro (sic) era que, luego de varias vueltas, iba a compartir mesa con Elena Premiatowska, Beatriz Espejo y Mónica Lavín. Digo, si me hubieran preguntado, la hubiera preferido con Geney Beltrán Félix, Lucía Melgar y Gabriela Mora. Pero se trataba de una invitación que me hicieron los del Fondo de Cultura Económica (casa editorial con la que siempre que he colaborado, me han tratado bien), aunque en sí la invitación venía por parte del comité desorganizador de la FIL, así que no dije nada y preparé un texto bonito, de tres cuartillas, titulado “La escritura de Elena Garro”.
Total, que el vuelo salió con casi una hora de retraso; me dormí un rato y al llegar a Guadalajara, ya me esperaban el chofer del FCE y una académica cuyos trabajos leí con gusto e interés hace algunos años: María Stopen. Le dio gusto que tuviera referenciada parte de su producción literaria y platicamos muy a gusto en el trayecto del aeropuerto a los hoteles. Ella sí iba con apuro, porque su lectura sería a las cinco y apenas si le alcanzaría a comer e irse a la FIL casi de inmediato.
Pasamos a dejarla a su hotel y ya luego nos fuimos al mío. Los tres encuentros que tuve en la entrada del hotel debieron haberme puesto sobre aviso, como para hacerme una limpia o algo así, porque resulta que, nada más entrar, lo primero que vi fue a Laura Esquivel (la tejedora morenista diputada federal con licencia para ir a eructar otro panfleto) y, minutos después, a Beatriz Espejo (aunque tenía tanto tiempo sin verla, que pensé que igual y era Ángeles Mastreta, que al caso de escritura mediocre y egos insuflados serían lo mismo). En el comedor vi, afortunadamente por única vez, a Alberto Chimal (quien, a mi juicio, va para sucesor de Juan Villoro que vuela y quien, a su vez, va de sucesor de Elena Premiatowska, también que vuela). Y todavía me alcanzó a ver por ahí a Xavier Velasco, quien tenía fila de personas para tomarse fotos con él. Sí, sí, sí: la feria de las vanidades…
Para colmo, y aunque ya casi eran las tres de la tarde, todavía no estaba lista mi habitación, así que me fui a comer y ya luego me pasaron a lo que sería mi perrerita durante las dos noches siguientes.
Una vez en mi habitación, me puse a repasar, y a re-escribir lo de la lectura para el homenaje a Elena Garro. Por fortuna, no me pasó lo del año anterior, cuando fui a la FIL a presentar Crueldad en subasta, esa magnífica novela de Malú Huacuja del Toro (de la que me he dado cuenta que mucha gente ha leído, aunque sólo algunos pocos la comentan y, muchísimos menos decimos y escribimos que es una de las mejores novelas escritas en español en los últimos años)… 
Sucede que hace un año, me enfermé nada más llegar a Guadalajara y la madrugada del día de la presentación, soñé que Malú estaba de visita en casa de mis padres y que yo quería mostrarle mi primera edición de Crimen sin faltas de ortografía y que no la hallaba… Nunca he soñado con Elena Garro y creo que me habría impresionado mucho si eso hubiera sucedido esta vez. Pero ni soñé ni me impresioné…
Aprovechando que la FIL estaba al cruzar la calle, fui para ubicarme con respecto a las salas donde sería lo del homenaje y lo de la presentación del Teatro completo y las Novelas escogidas (1981-1998) de Elena Garro. Todo en orden, aparentemente, pero… eso sí… la FIL, todo un caos. Los dos años anteriores había ido los días que está cerrada al público en general y si así está bastante concurrida, en esos días de apertura total, parecía la estación del metro Hidalgo en horas pico. Camiones llenos de estudiantes de secundaria, preparatoria y tal vez de universidad, que los botaban a la entrada de la feria y luego…
Algo raro y grave pasaba en los stands, que algunos tenían letreros con una leyenda más o menos así: “Robar libros no es un juego, sino un delito castigado por la ley” y en el stand de Gandhi, los empleados, todos en valla en la entrada, dejando pasar grupitos de 15 personas para que vieran y compraran lo que les diera la gana y pudieran comprar. Esto nos da para pensar lo que hace años que vengo diciendo: URGE modificar el formato de las ferias de libro. Con las ventas de libros en línea, los libros electrónicos y similares, no le veo mucho atractivo a eso de ir a ver los mismos libros que puedo pedir en línea, y sin tanto lío de por medio… y eso de andar viendo starlettes con aspiraciones de escritores o de escritoras… digo, ya sé que a Juan Ajonjolí de todos los moles Villoro (y a Ruy Sánchez y a Premiatowska y a Benito Taibo y hasta a Alberto Chimol) le(s) encanta jugar al modelo de pasarela y andar tomándose fotos con sus fanes, pero el resultado no sólo de la FIL de Guadalajara, sino de todas las FIL del país (porque ahora todas son Feria Internacional del Libro, atendiendo al refrán aquel de “A todo lo llaman cena; hasta a una tortilla con sal”) puede quedar resumido también con otro refrán: “Mucho ruido y pocas nueces”.
Total, que llegué a la FIL, luego de varios pisotones, empujones y similares. Faltaba tiempo para la presentación, así que me di una vuelta por el stand del FCE, porque algunas amistades me habían dicho que ya habían visto el libro del Teatro completo… y yo sólo lo había visto en foto, así que pasé y me compré un ejemplar. Luego me fui al lugar donde supuestamente sería la presentación y nada que llegaba nadie ni nada de nada. Empezó a entrarme el nervio y volví al stand del FCE, porque nadie de mis contactos del FCE contestaba el cel y en el stand, nadie sabía quiénes eran ellos (“Es que somos [empleados] locales, caballero…”) y más me entraron la neura y el nervio, porque ya-era-casi-la-hora… Fui a uno de los kioskos informativos y ahí me dijeron dónde era lo del “homenaje” y me fui corriendo al lugar… aunque faltaban cinco minutos para las 8, cuando llegué, ya había empezado el tinglado y estaban las tres mujeres puestas en la mesa y ni señal de mis datos ni nada, porque desde la entrada vi que quien estaba anunciado era Geney y no yo. Ahí tampoco nadie me supo dar razón de nadie del FCE, por lo que me salí para hacer llamadas a diestra y siniestra, volví al stand y nada, por lo que regresé al salón y ya ahí me encontré con mi contacto del FCE, que estaba tanto o más sorprendida que yo por lo que estaba sucediendo…
Por salir del paso, pensamos en pedir que se hiciera un lugar en la mesa, pero hasta para eso se tardaron y entre que hablábamos con los desorganizadores de la FIL y yo paraba las orejas para escuchar lo que decían las mujeres en la mesa, decidí que mejor no… recordé aquello de “Dignidad y glam, ante todo” y dije que mejor quedara así el asunto. La gente del FCE, que era lo único que me importaba, ya había visto que yo estaba ahí…
Y es que luego de oír fragmentos de lo que decían las mujeres en la mesa… “Yo no la conocí, pero ustedes sí, por lo que pueden hablar mejor del tema” (Mónica Lavín, representante del grupo Planeta); “Octavio y Elena le desgraciaron la vida a la Chata” (Elena Premiatowska, representante de la FIL); “Elena le aguantó mucho a Octavio… seguro porque era igual que él” (Beatriz Espejo, representante de la Sría. de Cultura de Jalisco). ¿Iban a hablar de Elena Garro o de su obra? ¿Por qué Premiatowska no dice lo mismo de los hijos de su amigo Carlos Fuentes y Silvia Lemus? ¿Será porque Silvia todavía vive y podría decir algunas cosas de Premiatowska? ¿Qué autoridad académica o moral tiene Beatriz Espejo para hablar de lo que sea si ella es lo que es, literalmente y en todos los sentidos, “gracias” a su matrimonio con Emmanuel Carballo, quien tampoco podría ser un ejemplo de rectitud moral? Por más que hubiera querido, no habría podido quedarme callado ante esos comentarios. Cierto que habría podido hablar desde el público, pero… luego de lo que había pasado, dirían que hablaba desde el resentimiento. Mejor no, mejor no…
Total, que nos salimos de ahí los del FCE y yo, entre molestos, decepcionados y sacados de onda. Muy gentiles, me invitaban a cenar, a beber algo, para digerir el mal rato, pero decidí que no, que mejor me iba a mi perrerita y me quedaría ahí a rascarme las pulgas y a repasar lo que para mí era lo más importante: lo que iba a leer al día siguiente, en lo que más me importaba de la FIL: lo que había escrito para la presentación del Teatro completo, de Elena Garro. Me fui a dormir muy en paz.

Día 2 (1 de diciembre de 2016)

Me desperté temprano y de buen humor. Lo del día anterior, bien mirado, había sido lo mejor que pudiera haber pasado. Desayuné en el restaurante del hotel y, para variar, andaban varias de las starlettes del día anterior, sólo que recién bañadas, sonrientes y, claro, dispuestas para la foto. Desayuné lo más tranquilo que pude, mientras miraba mi ejemplar del Teatro completo de Elena Garro… y digo que lo miraba, porque al día de hoy, no he querido leerlo, por temor a encontrar erratas. Subí a dejarlo a mi habitación, porque mi plan era ir a la FIL, no a la parte de libros nuevos, que no me interesaban mayormente, sino a la pequeñísima sección de libros viejos, que para mí siempre tienen alguna novedad. Luego de estar un rato en mi habitación y de dormirme unos minutos, salí y me dirigí al elevador… al momento de entrar, poco faltó para que soltara un grito de horror: ahí mismo iba Jorge Castañeda, con una cara de furia que no podía con ella. Incluso, llegué a pensar que tal vez seguía su relación con Adela Micha y como acababan de echarla de Televisa… unos pisos más abajo, se subieron unas chicas, más educadas que yo, porque saludaron al entrar. Les contesté, pero el ex secretario de Relaciones Exteriores se limitó a mirarlas con la cara de rana pisada que llevaba. Pensé que, incluso, podría convertirse en asesino serial en cualquier momento, así que nada más se abrió la puerta del elevador y salí disparado, en dirección a la FIL…
Ya ahí, me fui de inmediato a la sección de libros viejos, donde, venir a ver, encontré varias novedades; entre ellas, la primerísima edición, la de Coatl, de Felipe Ángeles. Tomé eso como una señal de agradecimiento de Elena Garro, en quien no dejaba de pensar. Otro detalle muy agradable, fue que al pasar al segundo stand de libros viejos, de pronto escuché mi nombre… y resulta que era un vendedor de libros con quien había platicado largo y tendido en Mérida, en el mes de marzo, y con quien estuve hablando, en aquel entonces, de la obra de Elena Garro, sin saber que días después de eso comenzaría la aventura que esa noche presentábamos al público. La verdad, me dio mucho gusto que Juan, el vendedor de libros, recordara tanto nuestra conversación como mi nombre. Me dio los datos de algunas librerías de viejo en la ciudad y lo invité a la presentación. De pronto me di cuenta de que ya era hora de comer, así que volví al hotel y pasé a comer, mientras contemplaba las novedades que había comprado… Max Aub, Rosario Castellanos, Elena Garro, Isabel Fraire, García Pómez (como le decía Elena Garro), y algunas obras más.
Fue ahí que me enteré del jaleo que se había armado con lo del cintillo y el epílogo de Reencuentro de personajes, por lo que andaba en Twitter hablando con algunos contactos ahí y también en Whats y en Facebook, porque varios de mis interlocutores me preguntaban al respecto y cosas así. Fue algo tan inesperado y sorpresivo, que en la noche que hablé con Jesús Garro, él no estaba enterado de nada. No comentamos mucho al respecto, porque tampoco se trataba de agriar la presentación del teatro escrito por su tía. Ahora que lo pienso, no sé en qué vaya el asunto...
Acabando de comer, me fui a dormir un rato y al despertar, un regaderazo y sentarme ante la mac para re-leer, re-pasar, re-pensar y, obviamente, re-escribir algunas partes de la presentación… es algo que no puedo controlar, muchísimo menos, evitar: siempre pienso que lo escrito puede ser mejor… al menos ya he podido no corregir mientras leo durante las presentaciones… además, a diferencia de hace tiempo, cada vez que puedo, evito la participación en presentaciones y cosas así. Pienso que la mejor presentación, el mejor homenaje que puede hacerse a un libro es leerlo con cariño, con atención, con amor… que es lo que he hecho con los dos libros que he presentado más recientemente: Crueldad en subasta, de Malú Huacuja del Toro y esto del Teatro completo de Elena Garro. Dos de mis escritoras favoritas, valga señalar.
A propósito traía en ese momento un bigote de corte revolucionario, con algo de barba, en alusión a Felipe Ángeles, quizás uno de los personajes más entrañables que le debemos a la escritura de Elena Garro, junto con Felipe Hurtado y Perfecto Luna… quizás, quizás, quizás…
Para evitar lo del día anterior, aunque no había nada qué temer al respecto, me fui bastante más temprano a la FIL, tanto que todavía estaba la presentación de un libro de Miguel León Portilla. Durante la espera tuve oportunidad de conversar brevemente con Geney Beltrán Félix y dijimos que luego nos veíamos con calma, pero al paso que vamos, nos veremos en el hogar sólido. Cuando nos dejaron pasar al salón Juan José Arreola, vi ahí ya a Jesús Garro y a Raquel Steinmann; los dos, igual o más que yo de emocionados. Nos saludamos con mucho gusto, con mucho afecto… tanto que cuando le dije “don Jesús” y le hablé de “usted”, me dijo que quitara el “don” y el “usted”, puesto que ya éramos de la familia. En seguida me presentó con Guillermo Schmidhuber de la Mora y con su esposa, Olga Martha, quienes ya previamente nos habían invitado a cenar en su casa “cerca de la FIL”. En el inter, llegó Marcela Magdaleno, en buena medida, la artífice de todo esto, porque fue ella quien, luego de escuchar lo que leí en la FILEY, en marzo, me puso en contacto con “los Garro”, como les digo. Y ya estaba todo listo… yo estaba MUY emocionado, pensando en el gusto que le daría a Elena Garro si hubiera estado ahí…
Comenzó a hablar Jesús, quien mencionó algunos aspectos anecdóticos de su tía y su relación con el teatro. En ese mismo tenor fue la intervención de Guillermo, quien tuvo oportunidad de tratar a Elena y de conversar con ella, largo y tendido, acerca de su teatro. Luego seguí yo y terminó Geney, con quien comparto la preocupación de que la obra de Elena Garro se lea sin prejuicios (políticos, biográficos o literarios). Fueron intervenciones breves, todas, porque disponíamos de 10 minutos cada quien para hablar.
Ya al final, hubo oportunidad de viborear un rato y así me enteré que Elena Premiatowska le había llamado a Geney, para reclamarle su inasistencia a lo del “homenaje” del día anterior, cuando Geney había avisado desde mucho tiempo atrás que no iría… si por eso me habían invitado a participar en su lugar.
Ya luego, nos dividimos en dos grupos (los Garro, Marcela y Guillermo en uno y  Olga Martha, Geney y yo en otro), para ir a cenar. Nada más llegar, me di cuenta que, salvo las ocasionales visitas con mis amigos López Coll, tenía mucho tiempo que no estaba yo en una casa: casi todas mis amistades en el DF viven en departamentos. Una casa muy iluminada, con adornos varios de los que recuerdo varios relojes: “A Guillermo le gustan mucho”, me dijo Olga Martha. Claro que antes de la cena, estuvimos platicando un rato, que aprovechó Marcela para mostrarnos diversos tipos de materiales de y acerca de su abuelo, Mauricio Magdaleno… poco a poco la conversación se fue hacia Elena Garro y, muy importante, hacia el cuidado y la preservación de su obra. Evantualmente quisiera hacer con sus cuentos lo mismo que hice con lo del teatro, y lo comenté en la cena. Sin embargo, y contra lo que pudiera creerse, no hablamos tanto de Elena Garro como de Helena Paz Garro, no sólo antes de cenar, sino durante y después de la cena: su carácter, sus últimos días, su amistad con Guillermo, Olga Martha y Marcela… Geney y yo, mirando y escuchando…
Cuando nos dimos cuenta, ya era la una de la mañana y aunque, salvo Geney, nadie tenía que levantarse tan temprano (él tendría una entrevista en el radio a las 7 de la mañana), ya era hora de despedirse, algo que nos dio mucha pena, sobre todo, porque quién sabe cuándo podamos volver a reunirnos todos los que estuvimos ahí. Muy amable, Guillermo nos llevó a nuestros respectivos hoteles. Antes de irme a dormir le di las gracias a Elena Garro, por sus letras, esperando que le hubiera gustado el esmero que pusimos en la edición de su Teatro completo.

Día 3 (2 de diciembre de 2016)

En la mañana, desayuné con Adriana Romero, del FCE, a quien quería agradecerle todas sus atenciones y el cuidado que puso en lo del teatro de doña Elena. De ahí me fui a ver las librerías del centro, donde casi no encontré nada, pero ya con lo de la FIL iba bastante bien surtido. Me detuve en templo y , aprovechando que no había misa, me senté a ver los vitrales y a pensar un poco. Regresé a comer al hotel y a recoger mis cosas para que pasaran por mí e ir al aeropuerto. En lo que esperaba, vi que varias personas hacían fila para tomarse fotos, en esta ocasión, con Carmen Aristegui… de pronto, escuché unas voces que decían: “Sí, es él. Vamos…” y me di cuenta de que hablaban de mí… Eran dos chicas que habían estado la noche anterior en lo de la presentación del teatro y que trabajan para la revista Algarabía. Me preguntaron que si podía pasarles lo que había leído unas horas antes… y me dio mucha pena decirles que no podía, porque ya lo había prometido para La gaceta del FCE. Como con Geney, quedamos de platicar luego y, como con Geney, no nos hemos reunido. Mientras, Aristegui seguía en las fotos. Por fortuna, vi a los Garro y nos pusimos a platicar en lo que llegaba el taxi y nos llevaba al aeropuerto, a donde llegamos sin mayor contratiempo, eso sí, luego de haber platicado largo y tendido: un poco de Elena Garro, otro poco de Octavio Paz, otro de Helena Paz Garro y de otros miembros de la familia.

Salíamos en vuelos distintos, desde salas distintas. En el aeropuerto recordé el café platicado años antes con Malú Huacuja del Toro y mi amiga Paty Caratozzolo y me quedé pensando que qué curiosa es la vida: en 2015 hablé de Crueldad en subasta (y de Crimen sin faltas de ortografía y de Un Dios para Cordelia) y en 2016, del teatro de Elena Garro… Qué escritura la de estas dos mujeres… Ay, las letras vueltas amistad.