apoltrónate

éste es un blog de buena fe: no busco ningún fin trascendental, sino algo privado y familiar. tampoco me propongo prestar ningún servicio ni trabajo para mi gloria: mis fuerzas no realizarían tal deseo. lo dedico a mi gente (en la sangre y en el afecto) para que pueda encontrar aquí rasgos de mi condición y humor. quiero mostrarme en mi manera de ser, porque soy yo mismo a quien pinto. mis defectos, mis imperfecciones y mi manera de ser se reflejarán aquí de la cabeza a los pies, del cerebro al corazón. si resultara válido, me habría pintado de cuerpo entero y completamente desnudo, pero para eso hay otros lugares. sépase que soy el contenido de mi blog, sin que esto sea válida razón para que emplees tu vagar en un asunto tan frívolo y tan baladí.

miércoles, 7 de marzo de 2012

de sehp

Conformada por los cuatro elementos (que, lejos de coexistir en su interior pacífica y armoniosamente, se hallaban en constante pugna), Mariana deambulaba por la vida. No había necesidad de nada más que tenerla cerca para percibir este fenómeno. Era ésta la misma razón por la cual poca gente soportaba mirarla directamente a los ojos, Ángel y Morbo, entre otros cuantos.
Sin embargo, y por si esto fuera poco, las conjunciones astrales que coincidieron con la concepción y el alumbramiento de Mariana, decretaron para ella un destino que, dependiendo de la perspectiva, oscilaba entre dos puntos tan opuestos como la atracción y el rechazo: Mariana pertenecía a esa escasa clase de seres, de quienes una vez manifiesta su presencia, nunca se les olvida, aunque esa presencia hubiera sido tan fugaz como la chispa del principio, porque, desgraciadamente, nunca se quedaban en ningún sitio ni con ninguna persona.
Por todo esto, cuando Ángel le pidió un aquí a Mariana, en su cuerpo suyo y en sus circunstancias, nunca supo lo que estaba haciendo... ni en lo que se estaba metiendo...
¿Lo sabía Mariana?

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